Comentario de opinión de Jairo Velasco sobre la actualidad del Burgos CF
Ser seguidor del equipo de tu ciudad suele ser una afición bastante cruel. Solo unos pocos están acostumbrados a grandes victorias y vitrinas llenas de títulos, mientras que la gran mayoría nos tenemos que conformar con pequeños triunfos, noches especiales y mirar la clasificación con la esperanza de llegar a un objetivo más irreal que factible.
Después de esta introducción lanzo una pregunta: ¿Qué es más especial, aquel ascenso a Segunda B de nuestro Burgos CF en 2013 contra el Centro de Deportes El Palo, o la tercera Champions consecutiva que logró el Real Madrid contra el Liverpool en Kiev?. Todo es cuestión de perspectiva.
Aún recuerdo con emoción el testarazo de Arkaitz que nos sacó de ese profundo pozo. Tarde muy fría en aquel mes de junio, pero nada nos privaría de la ansiada celebración en la fuente de Los Delfines ante la atónita mirada de muchos viandantes que no podían comprender la dimensión de la celebración ante esa pequeña gesta.
Y es que no ha pasado tanto tiempo, diez años y unos pocos meses hasta llegar al día de hoy, en los cuales las sensaciones predominantes han sido el sufrimiento, la incertidumbre y la más abrumadora ausencia de ilusión. Goleadas en El Plantío de Coruxo, Unionistas y Arandina, la derrota contra el Mutilvera con un autentico baño de los navarros, el penalti detenido por el delantero de la Gimnastica Torrelavega tras la expulsión de su portero, el gol de cabeza del cancerbero del Lemona, etc. Mil recuerdos aciagos se me vienen a la cabeza si echo la mirada atrás.
No puedo señalar a aquellos que después del partido del viernes se llevan las manos a la cabeza criticando el estilo de juego, la formación o los cambios, porque este deporte no tiene memoria y los resultados es lo único objetivo y a lo que aferrarse para acreditar si las cosas van bien o mal, pero pido un momento de reflexión.
Ya lo he comentado en alguna otra crónica, y no quiero ser pesado, pero es indudable que estamos en el mejor momento futbolístico del equipo desde el principio de los años noventa. Treinta años con multitud de cambios de propiedad, problemas económicos, engaños a los aficionados y malos resultados deportivos. Treinta años en los que ser de Burgos era más un motivo de vergüenza que de orgullo, de ser señalados en el trabajo y en el grupo de amigos, de que te rechazaran entradas aunque fueran gratis, sumando disgustos domingo tras domingo.
Disfrutemos del presente. Tenemos un estadio y una afición que causan envida en cualquier foráneo que pisa nuestro fortín, tenemos al mejor director deportivo que podemos tener, la situación económica se ha conseguido recuperar después de lo que parecía la debacle, y la plantilla y cuerpo técnico parece que tienen claros los pasos a dar para lograr los objetivos. Nuestro carácter burgalés casi siempre nos hace ponernos en lo peor, nos gusta vendarnos antes de que se haga la herida y con esa actitud valoramos poco lo que tenemos.
Por primera vez en mucho tiempo nos sentimos ganadores, un equipo temible al cual los rivales se enfrentan temerosos no solo por su historia, sino también por su presente. Una corriente de energía positiva que envuelve la ciudad y que nos hace soñar alto; Pero no podemos olvidar que es un deporte en el que es mucho más fácil fracasar que salir victorioso, aun haciendo las cosas bien.
Nosotros como aficionados tenemos la responsabilidad de lucir nuestros colores en las buenas, pero también la de relativizar cuando vengan las mal dadas. En nuestra ciudad sabemos que somos muy de tirar la piedra contra nuestro tejado, de poner la mano sobre el sol y decir que está nublado. Por una vez celebremos lo que tenemos, porque en la vida se celebra poco y digamos con orgullo que somos del Burgos CF.