Artículo de opinión de Jairo Velasco sobre la actualidad del Burgos CF
Cualquier persona que practique un deporte, sea al nivel que sea, alguna vez ha tenido esa sensación de quedarse con la miel en los labios; Haberlo dado todo pero que no haya podido ser, vaciarse sin recompensa. Esa emoción recorría la orilla derecha del Arlanzón al acabar el partido del sábado, porque era difícil encontrar un punto en el que pudiera haber mejorado un equipo que lo intentó de todas las maneras, pero que esta vez no halló el camino a la victoria.
Orgullo desmedido hacia una plantilla que entendió perfectamente lo importante del encuentro y que sin titubeos zarandeó a un Levante que en la primera parte se mostró como un frágil oponente, acusando las dudas que provocan su irregular temporada. Derroche de energía en busca de lograr adelantarse en el marcador, y así sería tras la obra de arte de Sancris.
El momento del extremo madrileño resume ese cliché que hemos oído mil y una veces de “la suerte hay que buscarla”. El madrileño es un jugador atípico, criado en el barro, y que hasta hace no mucho tiempo compaginaba su carrera deportiva con las reparaciones en un taller mecánico. Pero en la vida todos tenemos un momento y él ha decidido que no lo va a dejar escapar. Una cascada de verticalidad y buenas decisiones por banda derecha, acumulando gran parte del peligro que genera el Burgos, resultando pieza fundamental de la buena marcha del equipo.
Todo de cara. Una estadio entregado, que pese al horario antifutbolístico acompañó al equipo tal y como pidieron entrenador y jugadores durante toda la semana. Decibelios que emanan desde la grada de animación y se contagian al resto del público, dejando atrás asperezas creadas por los que ven el partido desde una butaca. Gracias al esfuerzo y la responsabilidad de todos hemos entendido que remando en conjunto es el único modo de alcanzar grandes objetivos.
Pero esto es Segunda División y la igualdad es máxima. El Levante parecía ser un rival perfecto y más con un marcador en contra que seguro que haría pesar más el cansancio físico y mental de la jornada intersemanal; Doloroso empate en el único desajuste defensivo mostrado por los de Bolo que con calidad aprovecharon los jóvenes atacantes granotas, pero que ni mucho menos doblegó el ímpetu burgalés.
De ahí hasta el final el equipo no cedió, intentándolo con pausa, porque aunque todos desde nuestra localidad intentásemos aportar el impulso necesario para que el equipo se fuese al ataque y asediara la portería, muchas veces es mejor no arriesgar en demasía lo conseguido. Orden necesario para crear las claras ocasiones de las que dispusimos en los últimos minutos, sólo desbaratadas por un soberbio Andrés Fernández que recordó al de su irrupción en Primera División, sosteniendo al conjunto levantino.
Estamos en la cresta de la ola y probablemente la palabra ascenso es la que más se haya repetido en nuestras bocas desde la épica victoria en Ipurua, pero aún queda mucha temporada por delante y puede que lo que ahora parezca un insuficiente punto para lo que pudo ser, sea el que finalmente nos de la plaza de play-off que todos ansiamos conseguir. Si después del partido contra el Cartagena nos dicen que en los próximos dos partidos íbamos a sumar cuatro puntos de seis en juego, todos hubiésemos firmado, y así ha sido, por lo que el vaso está mucho más lleno que vacío.
Lo que está claro es que, como vengo mencionando en los últimos comentarios, la mentalidad de la ciudad y del equipo ha cambiado. Empatar contra un conjunto que ha jugado en la Primera División durante once de las últimas catorce temporadas tiene más visos de fracaso que de éxito y eso habla del hambre que se ha generado.
Pero no podemos perder la perspectiva y en Huesca habrá que multiplicar los esfuerzos si queremos sacar algo positivo. Un equipo renovado que antes de navidad parecía condenado a ir diseñando una plantilla para Primera Federación y que a estas alturas lleva seis jornadas consecutivas sin recibir gol en contra y ya ha salido del descenso. Múltiples bajas que no pueden servir de escusa para competir con la misma idea que nos ha hecho estar arriba, porque lo visto este fin de semana solo nos puede reafirmar en seguir creyendo.