Comentario de opinión de Jairo Velasco sobre la actualidad del Burgos CF.
Es una sensación muy difícil de explicar. Ese torrente de adrenalina que de un instante a otro colapsa todos los receptores del cerebro y deja la cordura a un lado. El momento en el que todas las neuronas te dan la señal para saltar de tu asiento y abrazarte a quien tengas al lado, sea conocido o no. Todo eso lo puede provocar el hecho de que un balón cruce una línea, que simplificándolo así suena a pura banalidad, pero no lo es cuando detrás hay miles de almas empujándola al unísono.
No habrá ni un entrenador en el planeta que diga que prefiere ganar en el descuento que golear, porque si bien ningún partido es tranquilo para quien lo ve en el banquillo, el sufrimiento que se vive a pie de campo ha de ser algo que quita años de vida. Pero para el aficionado no hay nada que sepa mejor que ganar un partido de esa manera; Noventa minutos de corazones encogidos valen la pena a cambio de esos segundos de éxtasis final. Decibelios que se escuchan de punta a punta de la ciudad y que aúnan las diferencias de quien los entonan.
La trascendencia del encuentro era más que sabida por todos. Puede que sea aún muy pronto para empezar a poner vitolas de candidatos al ascenso, y más sabiendo la tremenda igualdad de esta categoría, pero también conocemos lo importantes que son las dinámicas, sobre todo en un equipo en construcción como el nuestro. Lo bueno suele llamar a lo bueno, y la confianza de los jugadores es clave para que las piezas vayan engranando de tal manera que pasen a comportarse como una máquina.
Las cosas han podido salir mejor o peor en los partidos que llevamos jugados, pero lo que no se puede negar es el esfuerzo. Con más o menos acierto, los que visten la blanquinegra están demostrando un nivel competitivo altísimo siempre que saltan al césped, y es que esa terrible competencia que duplica y hasta triplica posiciones puede que nos de ese salto de calidad y fondo de armario que en los dos últimos años nos ha hecho acariciar la zona noble con la yema de los dedos pero sin alcanzar a agarrarnos a ella.
Porque no es nada fácil ganar a dos líderes en una misma temporada, y menos aún hacerlo en jornadas consecutivas. Un partido a la altura de lo esperado, donde dos equipos no han titubeado en atacar sin reparos, incluso descuidando en ocasiones la parcela defensiva, primando la ambición frente al conservadurismo. Se suele decir eso de “lo que no has ganado en noventa minutos, no lo pierdas en el descuento”, y puede que en una liga de cuarenta y dos jornadas sea lo más inteligente, pero ambos querían dar el puñetazo en la mesa y afortunadamente el tambaleo de la moneda cayó de nuestro lado.
Sancris se convirtió en la figura del partido. El héroe de la parroquia local, que completó una actuación ya de por sí excelente en memorable. Un jugador que no para de crecer semana tras semana, marcando la diferencia en su posición y a su vez derrochando arresto y energía cuando hay que dar un paso atrás y ayudar a sus compañeros. Un diamante en bruto “made in Michu”, al que solo le podemos desear que tenga un despegue futbolístico paralelo al nuestro, porque ese mutualismo nos llevará lejos a ambos.
La celebración dice todo lo demás. Una plantilla que rema en la misma dirección, aportando tanto desde el once como desde el banquillo, y en la que se van repartiendo el protagonismo en virtud a seguir sumando para el conjunto. Ganas y hambre de afrontar lo que viene, porque no hay nada mas bonito que ver a nuestro equipo arriba en la clasificación cada lunes, y eso sin duda, hace menos dura la semana.
