Comentario de opinión de Jairo Velasco sobre la actualidad del Burgos CF.
Los que llevamos ya unas cuantas temporadas siguiendo fin de semana tras fin de semana a nuestro Burgos hemos visto vestir la blanquinegra a muchos jugadores, casi todos de paso y solo alguno que nos ha llegado un poquito más adentro, dejando un buen recuerdo seguramente más por lo emocional que por lo futbolístico, porque en el barro pocas razones puramente técnicas había para estar ahí todas las jornadas.
Haciendo cálculos, en mis dieciséis temporadas como abonado, más de trescientos futbolistas han vestido la casaca burgalesista. Una cifra quizás demasiado alta como para poder decir algo de cada uno de ellos, porque en ese desfile periódico de jugadores siempre hemos echado en falta ese sentimiento de arraigo y pertenencia al club, encontrar representantes de nuestro amor por el escudo con los que crear un vínculo y sentir que están dispuestos a darlo todo en el verde para hacer crecer a nuestro equipo.
Y todo empezó a cambiar con esa “banda de locos” que nos hizo creer en nuestra vuelta a lo profesional, que estuvieron muy por encima del nivel de los directivos, sin perder ni un segundo la cara a la competición aún sin cobrar y a los que estaremos siempre agradecidos. Ellos fueron los que pusieron las primeras piedras del edificio, inculcando a los que iban llegando los patrones para que la edificación se erigiera fuerte y con buenos cimientos, porque aquí el que viene es para currar, sin tener en cuenta de donde proceda.
La fortaleza de un equipo que se aferra a la resiliencia para competir contra gigantes con presupuestos ilimitados, demostrando que aunque la capacidad económica es importante, hay otras virtudes que la pueden hacer frente; Dormir como líderes de segunda, algo que en veintitrés años únicamente había pasado en dos ocasiones, da fe de que David también puede vencer a Goliat en la vida real, y aunque fuera algo efímero, nos llena de ilusión ante las promesas de que este año va a ser el nuestro.
No se me ocurre mejor imagen para describir el momento que estamos viviendo que el beso al escudo de Curro Sánchez. Un jugador al que nos hemos ido ganando poco a poco, que decidió incorporarse a un equipo en construcción cuando él venía en su mejor edad y de un equipo de primera. Alguien que se ha echado en muchos momentos a todo un club a la espalda, trabajando como el que más, y que pese a tener múltiples opciones de salir, y mejor pagadas, decidió quedarse este verano para liderar un proyecto en el que él cree y rodeado de gente que le valora como al líder que es.
Porque creo que la diferencia entre el que se queda y el que avanza está en la personalidad. Esa capacidad de no esconderse cuando las cosas van mal, aprendiendo de los fallos y trabajando para no repertirlos. Y en este equipo nadie se arruga. Tres victorias consecutivas logradas en los últimos compases, cuando las piernas se atenazan por miedo a perder lo conseguido hasta el momento, y en el que únicamente algunos son capaces de sacar la cabeza e ir un pasito más adelante.
Nos ha de dar igual a quién nos enfrentemos, porque sabemos que en esta competición la lógica no existe, confiando en lo que se nos da bien y empujados por el aliento de los que nunca dejan al equipo solo. La próxima parada nos devuelve a El Plantío ante una nueva oportunidad de seguir avanzando y dar otro golpe que confirme que la moneda no está cayendo de nuestro lado solo por casualidad, porque la suerte hay que buscarla.
