Comentario de opinión de Jairo Velasco sobre la actualidad del Burgos CF.
Saber sobreponerse a los golpes no es una capacidad que tenga todo ser humano. Hay personas con mejor reacción a las situaciones dificultosas que otras, porque lo que para unos es un granito de arena que apenas perturba su día, para otros es una montaña prácticamente insalvable.
Puede que esto vaya muy al hilo de lo que comentaba hace unas semana sobre la mentalidad en determinados jugadores que se erigen como guías, que “tiran del carro” cuando más empinada parece la cuesta y que no les importa echarse a la espalda las mochilas de los compañeros por el bien del grupo. Llámese responsabilidad, liderazgo, compromiso o como cada uno lo quiera denominar.
No vimos el mejor partido, de hecho no vimos un buen partido de nuestro equipo. Es cierto que enfrente se posicionó un rival con las ideas sorprendentemente claras para su situación, planteando un partido muy serio en el que las pocas cosas que pasasen iban a ser a su favor. Ya conocíamos más que de sobra a su nuevo entrenador, y además con él en el banquillo rival ya habíamos experimentado esa misma situación de neutralización de nuestros puntos fuertes, por lo que no nos podía pillar de sorpresa.
El primer golpe granadino pudo ser letal, con un Burgos que aún no había sabido dar con la fórmula para ni siquiera inquietar a un Granada que sin tampoco hacer demasiado se sentía cómodo en un previsible incendiado Plantío con una de las mejores entradas desde su remodelación. Un fallo defensivo que no habíamos visto en los tres últimos partidos ligueros, y del que vuelve a llegar un gol en contra, demostrando que en esta competición el que falla lo paga.
Pero Bolo una vez más llamó a la revolución. Un inesperado cuádruple movimiento para muchos incompresible con la intención de derribar el árbol más que de agitarlo. Ocho piernas nuevas que generando un descontrol total de la situación, dieron un dinamismo que pudo salir mal, pero que acabó en el empate en un minuto muy bueno para poder pensar en dar la vuelta a lo que era una más que inviable remontada unos minutos atrás.
Y sin un momento que perder, aprovechando el arreón blanquinegro, no dio tiempo ni para sentarse en el asiento cuando el segundo gol nazarí volvió a silenciar nuestro feudo. Otro fallo en eso que se llama “primer pase de seguridad” tras recuperación, dejó en posición inmejorable a los atacantes granadinos que no desaprovecharon el regalo y se adelantaron de nuevo en el marcador. Pero no sería suficiente para postrarnos.
Pienso mucho en la mentalidad del socio de nuestro club. Un pensamiento habitualmente derrotista, no acostumbrado a grandes victorias ni alegrías, y al que le cuesta no volver la mirada al pasado para ponerse en lo peor pese a que el aire nos empuje desde la popa. Y lo que se ha ido construyendo desde el ascenso invita totalmente a lo contrario, ya somos un equipo consolidado y con poso en la categoría, en el que las novatadas y la falta de experiencia parecen formar parte de su pasado.
Estos nuevos jugadores parece que se han empapado a la perfección de esta mentalidad, no entendiendo de historia ni de las catástrofes vividas. Una plantilla con hambre que mira a su ombligo más que al del rival, y que encaja los golpes con naturalidad, entendiendo que son parte de este deporte, siendo lo importante devolverlos con más golpe; Porque aunque se suele decir que el que golpea primero golpea dos veces, el que golpea el último suele ser el que se queda de pie.