Artículo de opinión de Jairo Velasco sobre la actualidad del Burgos CF.
Sin ver el partido podía ser un resultado que cabe en la lógica. Visita a uno de los estadios más difíciles de la categoría, recién descendido y equipo con mayor presupuesto cuatriplicando el valor de los nuestros y con varios de los jugadores más cotizados de la categoría. Muchos “peros” para pensar en sacar algo positivo de nuestro desplazamiento a Almería, pero las dinámicas jugaban a nuestro favor.
Un Burgos que ha demostrado poderío y valentía inmarcesible en estas primeras jornadas, olvidando esa imagen de equipo derrotado antes casi de pisar el verde que mostramos en muchas de nuestras salidas del curso pasado. Delante un conjunto indálico con muchas dudas, presionado por unos resultados que no llegan y en una posición en la tabla no concordante con las expectativas.
Todo ese hambre se notó en la salida al campo de los de Rubi, que no concretaron sus oportunidades pero que dispusieron de suficientemente claras como para no esperar hasta la media hora de partido para abrir el marcador. Sufrimiento defensivo que únicamente habíamos experimentado contra el Castellón, con la sensación de estar a merced del rival, sin saber cerrar los espacios donde ellos, apoyados además en su calidad, eran letales.
Y si tras ese momento se atisbaba una tarde para el olvido por tierras almerienses, cinco minutos más tarde a nadie le cabía ninguna duda de que ese partido se podía remontar con la expulsión de Arribas. Es increíble como puede cambiar un partido en un lapso tan corto de tiempo, como lo que parecía controlado enloquece en solo cinco minutos; Supongo que por eso este deporte mueve masas, porque ni el más entendido en la materia puede prever que es lo que va a pasar unos segundos más tarde.
A partir de ahí lo que esperábamos era sometimiento, tirar la puerta abajo a base de energía y empuje, pero no. El sábado nos faltó esa ambición que habíamos mostrado partido tras partido hasta la fecha. Falta de profundidad en la que las largas y lentas posesiones de los nuestros no iban a ninguna parte, y que en muchas ocasiones acababan con pérdidas de pelota que el Almería no estaba dispuesto a perdonar.
Mala gestión de la situación, en la que la única solución era dejar pasar los minutos con la esperanza de que el agotamiento mental de un conjunto que no está acostumbrado a defender de esa manera, generara algún error que pudiéramos aprovechar. Ni los cambios esta vez fueron capaces de revertir un panorama que parecía enquistarse un poquito más con cada minuto que pasaba.
Poco positivo que rescatar de un partido del que debemos pasar página rápido con la mente ya puesta en el derbi. Nos acercamos al primer cuarto de la temporada y el partido del domingo se antoja como un posible punto de inflexión de cara a lo que nos viene por delante. Seguimos en la parte alta de la clasificación y la verdad que da gusto mirar el periódico o abrir la aplicación del móvil y no tener que bajar la mirada para encontrar el nombre de nuestro equipo, pero como siempre digo, en un partido así la posición en la tabla es algo anecdótico.
El borrón y cuenta nueva fue algo a lo que nos abonamos durante todo el año pasado, cambiando de cara de temible a temeroso cada vez que jugábamos en casa o fuera. Esa capacidad para hacer reseteo mental y que los recuerdos de lo más reciente no te afecten en el rendimiento fue algo extraordinario en la última campaña y es algo que debemos rescatar de cara a lo que se nos viene en uno de los partidos más especiales del año, y que por mucha rivalidad que exista, lo debemos celebrar por todo lo que significa.