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Responsabilidad profesional

Comentario de opinión de Jairo Velasco sobre la actualidad del Burgos CF.

Ser futbolista es una profesión muy diferente al resto, incluso dentro de los deportistas son una especialidad extraña. No destacando en ninguna cualidad en concreto, ni entrenando al límite de sus capacidades físicas, ni siendo estudiosos de la estrategia, pero llevando a sus espaldas los sentimientos de miles de aficionados que ponen en sus pies su estado anímico del fin de semana. 

Es por eso que es un deporte en el que la atmósfera pesa mucho más que en el resto. Ya no solo en lo que a número de aficionados se refiere, si no en que la prensa, redes sociales y demás entorno extradeportivo tiene mucha influencia en el día a día de unos jugadores, que por suerte o desgracia de la profesión tienen mucho tiempo libre para empaparse de todo lo que se comenta. 

Es ahí donde entra la profesionalidad. Esa capacidad de evadirse de todo lo que no depende directamente de alguien, para dejar esa influencia a un lado y centrarse en lo que se puede de verdad cambiar con trabajo. No todo el mundo vale para eso, porque cada cabeza funciona de una manera, y la fuerza del grupo ha de ser providencial para proteger a aquellos que no consiguen abstraerse de todas esas distracciones con facilidad.

A todos nos extrañó la dureza de las palabras de Ramis en su segunda comparecencia post partido como entrenador del Burgos. Proclama de responsabilidad y orgullo a unos jugadores que parecen rendirse con cada golpe en contra que les da el rival, pese a que el trabajo hasta ese momento haya rozado el excelente. 

Nombres y apellidos de los que él considera parte fundamental del cambio de rumbo, esos que no se pueden esconder cuando la carretera se pone en pendiente, porque los grandes jugadores lo demuestran en las grandes ocasiones, y esta, aunque en una posición que no era la esperada en el inicio de campaña, lo es.  

Nuevas ideas del preparador tarraconense que parecen estar teniendo resultado mientras el guión del partido no cambia por errores propios. Seguimos siendo víctimas de nuestros propios fallos, cavando un pozo mental en el que el miedo parece apoderarse de unos jugadores que no parecen querer enfrentarse al momento, y que ya no son capaces ni de refugiarse en su gente para sacar la situación adelante. 

Hartazgo también en los de siempre, en los que abarrotan las gradas jornada tras jornada, se juegue en El Plantío o como visitantes, y a los que cada vez se les pone más difícil seguir a su equipo. Primera vez en mucho tiempo en el que eso de “somos hijos del frío, hinchas del Arlanzón” no sonaba al unísono en la conclusión del encuentro y que muestra la inconformidad con una plantilla que no se está mirando lo suficiente al escudo. 

En mi opinión, una bronca de vez en cuando, siempre y cuando sea después del pitido final del colegiado, viene bien. Debemos comportarnos como lo que se nos ha vendido, porque ese aumento del precio del abono estaba asociado a una plantilla de mayor calidad, que sería protagonista en el devenir de la competición, y hasta ahora la tendencia es más bien hacia lo contrario. 

La sucesión de etapas de montaña no para y la visita a Santander, el imparable líder, no parece, a priori, el mejor momento como para dar la vuelta a una situación que parece enquistarse un poco más cada jornada. Pero en las grandes plazas es cuando los grandes toreros se consagran en el escalafón, y ahora mismo no hay mejor lugar que El Sardinero para que el discurso de Ramis haga despertar a una plantilla en la que sumar puntos ya ha de ser una cuestión de dignidad. 

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