Comentario de opinión de Jairo Velasco sobre la actualidad del Burgos CF.
Para quien no conozca la palabra con la que hoy abro mi comentario, es un término japonés referente a una práctica de suicidio relacionada con el código ético de los samuráis; Y es que resulta complicado dar explicación a esta derrota sin acordarse nuevamente de nuestros propios errores, fallos groseros que facilitan enormemente la terea al rival y que nos condenan a volvernos con los bolsillos vacíos una jornada más.
Hace no mucho hablaba de la responsabilidad profesional , no solo de los futbolistas, si no de cualquiera al que se le pague un salario por ejercer una labor para la que a priori está cualificado. Esta se entiende como la ejecución de dicha tarea con la concentración y la implicación necesaria para obtener un resultado acorde con las expectativas, y esto es lo que principalmente nos está faltando.
Ramis agradecía en la previa el día extra que el calendario nos había otorgado para la preparación del partido y esto se notó en una primera media hora en la que el Burgos mostró un ideario muy claro, sorprendiendo a un Levante que quizás esperaba otro rival más acomplejado, viéndose arrinconado por el juego combinativo de nuestros tres mediapuntas que nos recordaron a esos momentos del inicio de temporada.
Así llegó el gol de Curro, pareciendo recuperar ese “feeling” del curso pasado en el que mejoraba todo lo que pasaba por sus pies, teniendo además esa valentía de cara a portería con la que se conjuraba con el azar para que cualquier rebote le favoreciera. Un equipo bien plantado y solidario que adormecía con la pelota una posible reacción de los de nuestro querido Julián Calero.
Todo parecía controlado y el partido se había convertido en una balsa de aceite en la que las revoluciones eran tan bajas que se hacía difícil pronosticar que muchas cosas pudieran pasar. Pero volvimos a ser víctimas de nosotros mismos. Un fallo en cadena imperdonable que tiraba por la borda unos minutos que rozaron la perfección táctica y nos hacían dominar el marcador en un escenario inesperado.
Este golpe no derribó al equipo y eso también fue novedad. Confiando en lo que se había hecho bien en el primer tiempo se volvieron a gozar de inmejorables oportunidades tras el descanso que incomprensiblemente se desaprovecharon. Una máxima del fútbol es que “el que perdona lo paga” y por más repetida que esté, se sigue cumpliendo.
El conjunto granota no necesitó demostrar demasiado para aprovechar nuestras deficiencias y dejarnos con la sensación de que volvemos a pecar de pardillos. Atienza, que una vez más volvió a ser uno de los jugadores más destacados de nuestro equipo, comentó resignado que con ochenta y cinco minutos buenos ahora mismo no nos da para puntuar, por que lo debemos rozar la perfección partido tras partido para lograr alejarnos de un abismo al que nos volvemos a asomar peligrosamente.
Mejoría insuficiente enterrada por indignos errores de quien se dedica a esta profesión. Y si bien celebramos la semana pasada nuestra portería a cero como la base de la recuperación, otros tres goles en contra dificultan mucho la labor de ser positivos para enfrentarnos a lo que viene. Partidos que probablemente definan lo que va a ser nuestra temporada, porque aunque aún estemos en la jornada diecisiete, cada jornada que pasa parece cargar un poco más el lastre que arrastramos.
